Don Carlos Razzeto (1901-1969)

Nació en Génova, Italia, el 15 de Abril de 1901. Llegó a la Argentina el 2 de Octubre de 1911 procedente de Génova, en el buque Toscana, en compañía de sus padres y hermanos.
Se instalaron en las Acequias, provincia de Córdoba, donde más tarde se desempeñó como empleado en el comercio de Ramos Generales “Casa Tacca”.
Luego se trasladó, también como empleado, al paraje llamado “La Perla”, comercio de propiedad de los señores Godino Hnos.
En 1929 llegó a Adelia María como empleado de Merlo y Manavella, ascendiendo luego a Gerente. Años más tarde llegó a ser socio de la mencionada Empresa.
Aquí se casó con Teresa Puerino y juntos criaron seis hijos: Edda, Raúl, Roberto, Raquel, Rodolfo y Graciela.
Don Carlos, como todos lo llamaba, era un hombre de bajo perfil, pero comprometido con el progreso del pueblo, de ahí que integró varias comisiones. Así también fue miembro activo de la primera Comisión Pro-fomento, previo a la creación del Municipio local.
Consideraba la educación y el respeto como los pilares de un futuro mejor. Como asiduo lector, dedicaba dos horas por día a la lectura.
Así transcurría su vida pueblerina hasta que un día su amigo, el Dr. Fernando Silvano, le comentó la idea de crear un Instituto Secundario para que los jóvenes pudieran continuar sus estudios en la localidad. Lo acompañó en el proyecto que luego de muchas dificultades, consiguieron concretar, en compañía de muchos otros ciudadanos de este pueblo.
En el año 1954 integró la primera Asociación Cooperadora y desde 1960 a 1969 fue Representante Legal del Instituto Adelia María.
El 24 de Abril de 1960, le donó al Instituto una manzana de terreno para construir el edificio propio.
Luego de una larga y penosa enfermedad dejó de existir el 14 de Agosto de 1969, a la edad de 68 años.
En esa ocasión Don Higinio Salvachúa en su periódico “Enteresé” expresaba: “…nos está dejando uno de los principales forjadores de la asombrosa pujanza de Adelia María…uno de esos prohombres a los que un pueblo de alma agradecida tiene la obligación de recordar con respeto y cariño…
Cuánto bien hacen los hombres como Don Carlos Razzeto… después de brindar el supremo ejemplo de existencia plena se siguen proyectando a través del tiempo la estela de su jerarquía moral, de su grandeza de alma, de su integridad, de su nobleza…”


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